FLOR DE LIZ

El fin de semana estuve en Picarquin, recinto Jamboree de Scout, se cumplían 10 años del grupo de mi hija y fuimos invitados los papás.

Había un sector VIP para nosotros con camas y todo y otro sector de padres “aperrados” junto al campamento de los niños, pues obviamente ahí me quedé y monté carpa.

Yo recuerdo mi primer gran campamento, tenía tan solo 7 años y debía afrontar 15 días en Machete lejos de mi familia. Terngo miles de recuerdos : de alegrias, miedos, penas…hoy pienso que era tan chica. Me impresionaban los juegos nocturnos, porque si me despertaban a las 3 de la mañana y me hacían ir a buscar una base marciana en medio del bosque - a esa edad quien no lo cree-

Recuerdo sin duda un hito que me marcó y me impresionó mucho : El Fogon, recuerdo haberme estremecido de emoción y miedo, fue sin duda mi primer contacto con el fuego donde su significado y supremacía lo eran todo en esa noche húmeda.

El sábado en la noche, estuve en el fogón, el cual fue preparado con toda la preocupación y tradicion de el scoutismo, compartí el fuego con mi hija que me dejó sin aliento. Era la única golondrina (las niñas más pequeñas) y por lo tanto le tocó llevar el báculo de su bandada y ser la responsable de gritar por su grupo. Cuando tocó el turno de los gritos, yo sin saber que empezaría mi niña, escuché una voz fuerte y con determinación que penetró mis oídos e hinchó mi corazón,….era ella, que llenó de aire sus pulmones para hacer su grito a los cuatro vientos. Entendí que ella es de ahí, siendo tan chica lleva 3 años y sabe que sus gritos, danzas y canciones son un regalo a la naturaleza, la cual respeta y quiere con el alma.

Baile al son de las danzas, con el tibio calor del fogón, me compenetré con el sentimiento y con esa naturaleza que nos ayudó a festejar en todo momento. Me sentí cual Jim Morrison bailando en rondas.

Luego y ya cuando los niños se fueron a dormir, nos quedamos con los jefes que son de nuestra edad, mirando esa luna que nos acompaño toda la noche y hablando de la vida.

Al otro día, decidí jugar football y además de reirme y pasarlo increible quedé con un lindo moretón en mi rodilla, para recordar que el football no es lo mio.

Mi hija me dijo al terminar el fin de semana, que estaba muy feliz de haberme visto convertida en una niña y que todo la había emocionado mucho. Por mi parte, recargé energías, disfruté del pasto húmedo y del viento como nadie y sobre todo volví a mis 7 años, vi a mi hija y me di cuenta con mucha alegría que la segunda mano generacional se viene mejor, mil veces mejor